Cuando compramos una prenda, decimos que esa prenda es cara o barata según el precio que marque en la etiqueta. En realidad, el verdadero coste de una prenda es su precio dividido entre el número de veces que te la pongas, es decir, cuánto te cuesta una prenda por puesta.
Si compras una camiseta barata de mala calidad por 5 euros que al primer lavado se llena de pelotillas, se cede o se destiñe, esa camiseta te ha costado 5 euros. Si compras un bolso que te cuesta 120 euros, que te encanta, que te combina con todo, que te pasas casi todo el invierno con el bolso colgado del brazo, y digamos que lo usas 120 días, ese bolso te ha costado sólo un euro cada vez que los has usado, es decir, mucho más barato que la camiseta.
Por eso conviene invertir en prendas clásicas, que sean fáciles de combinar, que te gusten mucho y que sean de calidad. A esas prendas las sacarás muchísimo rendimiento. Conviene gastarse un poco más de dinero en prendas como bolsos, zapatos, abrigos o chaquetas, prendas que usas una y otra vez.
En cambio, si nos compramos una prenda de plena tendencia que en unos meses se pasará de moda, es mejor no gastarse mucho dinero en esa prenda y acudir a alguna de las cadenas de ropa más baratas para comprarla.